Pensaba ayer que es muy pronto que lo que vivimos hoy, ya se transforma en ayer. Hoy estuve con mi hijo, ya un joven de casi 20 años y fuimos de compras a un lugar bastante concurrido de Lima, el centro de compras de textiles, Gamarra.
Me gustó ver cómo se desenvolvía entre tanta gente y ahora más alto que yo, me cuidaba. Estaba atento a mi avance, siempre trataba de abrir el paso, inclusive me abrió un par de puertas. De alguna manera disimulada, buscaba que hiciera las cosas bien y estaba siempre ahí para ayudarme.
De pronto sentí que mi ayer había sido bueno. Que en cada uno de mis ayeres, había formado a este muchachito que ahora quería cuidarme a mi. Me acordaba como antes era yo quien lo guiaba, lo cuidaba, negociaba por el y lo ayudaba a escoger bien. Ahora sentía que era él quien lo hacía por mi. Sentí gratitud a la vida por permitirme ver el resultado de años de tratar de estar ahí. Sentí alivio por ver que había logrado, sin buscarlo, tener un angel guardián en vida. Sentí que había hecho las cosas bien...