Ayer conversaba con un vendedor de emoliente y me decía que un primo de el le ofrecía irse a EEUU a buscar trabajo, a empezar de nuevo.
Este muchacho, que trabaja con la esposa en un carrito de emoliente que le ha vendido el Municipio de Surco, ahora veía como este mismo Municipio le negaba la licencia para trabajar. Entonces conversamos sobre el nivel de frustración que podía llegar a tener.
A veces, no nos percatamos de nuestra influencia en el entorno. Este muchacho perdió su licencia de trabajo en una esquina del distrito, porque a una vecina le molestaba su presencia. La vecina no vive al lado, ella compra en una tienda cercana y no le gusta ver la presencia de algo tan tradicional y apegado a los estratos más bajos de la sociedad.
Esta vecina, no se puso a pensar en la frustración de un muchacho que apostó por surgir con una posibilidad que le brindaban las autoridades y ahora le quitaban. No pensó que aquello que a ella le ofendía, podía hacerle bien a muchos, como muchos somos los consumidores de este tipo de bebida que le curó la tos a mi hija.
Entonces me puse a pensar hasta que punto pensamos en el efecto de nuestras iniciativas, buenas o malas. Por ejemplo, hay un grupo de gente que decidió hacer algo y empezó a colectar tapitas de gaseosas plásticas, llegando a un convenio con una recicladora y cada cierto pesaje de tapitas, ellos donaban una silla de ruedas a niños con cáncer. El resultado de esa iniciativa: varios juntamos chapitas y hasta un banco se sumó al esfuerzo de la recolección. Ellos cambiaron vidas y siguen haciéndolo y muchos nos sentimos bien con la pequeña contribución que podemos hacer.
Por otro lado, varios a veces nos quejamos de algo que en realidad puede no afectarnos tanto, tanto como pueden afectar a otros, cuyas actividades benefician a unos y alimentan a otros,
A veces pueden afectar al punto que este muchacho y toda su familia, ahora dependan de una decisión de emigrar, con inseguridad, con incertidumbre, pero para ellos, ahora es aparentemente su única alternativa. Migraron del interior del País y se acogieron a las normas de la ciudad. Ahora esa misma ciudad, los empuja tal vez a buscar nuevos rumbos...
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